sábado, 25 de abril de 2015

de terror el estado actual de la FAM

De terror, sí, pero en caso de que a cualquier país limítrofe, incluso Guatemala o Cuba, ya no digamos Estados Unidos, se le ocurriera atacarnos por aire, la Fuerza Aérea Mexicana sólo podría defender el territorio nacional en el primer día de batalla si el alto mando ordenara que 2 tripulaciones entraran en combate.
Peor aún, si invadiéramos territorios enemigos, nada podríamos hacer porque la Fuerza Aérea carece de bombarderos.
La situación es de tal precariedad que el Estado Mayor Presidencial no permitiría que el Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas viajara en una de las aeronaves de la Fuerza Aérea Mexicana.
Al igual que el Ejército, la Fuerza Aérea nacional tiene décadas de abandono por desidia o fatalismo, quizás más por éste que por aquella, ya que el poderío aéreo de Estados Unidos, por ejemplo, es abrumador a la vista, incluso en cuestiones festivas, como el Super Bowl.
Recuerdo la finura con que el general Guillermo Galván Galván validó el extenso reportaje de IMPACTO que reveló el lamentable estado en que el Presidente Felipe Calderón recibió al Ejército y a la Fuerza Aérea. Fueron días de tensión porque la Secretaría de la Defensa Nacional buscó, con ahínco, el origen de la filtración, pero en aquel desayuno, refiriéndose sólo a la cuestión aeronáutica, el general secretario dijo escuetamente: “Tiene usted razón: Los aviones que custodian la zona petrolera nacional, en el Golfo de México, vuelan a ciegas“, es decir, carecían de lo elemental: Radares.
Han pasado 8 años y el Presidente Peña Nieto encabezó el festejo del Centenario de la fundación de la Fuerza Aérea Mexicana; pronto lo hará el Senado, pero quizás el mayor homenaje que podrían hacerle es borrar, para siempre, el chistorete cruel con que se recuerda al Escuadrón 201 que México envió al Pacífico en la Segunda Guerra Mundial. Los japoneses, decían los comediantes, ignoraban el ataque de nuestras aeronaves, pues se caían solas; no valía la pena ocuparse de ellas.
Quizás sólo por eso, aquel escuadrón y la Fuerza Aérea merecen, aún hoy, el calificativo de heroicos.
El martes 10 hubo quienes “descubrieron” que un alto porcentaje de los 225 aviones y 134 helicópteros del Ejército está inhabilitado y que, por ejemplo, los cinco aviones F5 de combate que son nuestro orgullo tienen apenas 32 años de viejos.
La realidad de la Fuerza Aérea es más preocupante de lo revelado, con eufemismos, en el Centenario. IMPACTO lo sintetiza como el Ejército lo hizo cuando investigaba el origen de nuestra información:
“En la eventualidad de un conflicto bélico, la Fuerza Aérea tiene un déficit de 227 tripulaciones, considerando la necesidad de contar con dos por aeronave”.
Por restricciones presupuestarias, que afectan negativamente la adquisición de armamento aéreo y municiones, sólo se dispone “para un día de fuego a dos salidas por aeronave artillada; esto significa que la Fuerza Aérea puede operar solamente el primer día de combate si a todas sus aeronaves les fueran asignadas dos misiones”.
En otras palabras, si cualquier país, no importa el tamaño de su economía o de su poderío militar, atacara el territorio mexicano, nuestra Fuerza Aérea sólo podría dar la batalla el primer día de guerra, a menos que a las tripulaciones no se les asignaran dos misiones en la misma fecha.
Más allá de los discursos y las celebraciones, esta es la realidad:
La Fuerza Aérea ha venido evolucionando bajo las mismas restricciones presupuestales, como lo ha hecho el Ejército. Tal vez el agravante mayor que acusa esta fuerza es el de no disponer de un presupuesto propio y, en consecuencia, que las adquisiciones en material de vuelo y equipos de apoyo diversos no siempre correspondan a las propuestas formuladas por su comandante, es decir, su operación y desarrollo son proyectados por el criterio de militares del Ejército.
Su organización doctrinaria comprende solamente tres de las cinco ramas tradicionales; estas son las de reconocimiento, transporte y pelea; carece de la de bombardeo y del componente de defensa aérea; de éste sólo cuenta con el de vigilancia del espacio aéreo.
Los materiales que integran sus distintas ramas no guardan un equilibrio estratégico-operativo porque han sido adquiridos en distintas épocas, en las que han privado condiciones o circunstancias específicas.
Una de las últimas adquisiciones realizada con criterio de “defensa nacional” fue la de los aviones F-5 E/F, ocurrida en los momentos más álgidos de la Guerra Fría, en la que las hipótesis de guerra configuraban posibles escenarios de conflicto con Cuba y/o una coalición de países centroamericanos. A partir de entonces, las adquisiciones de material aéreo han sido realizadas con el propósito de satisfacer, en un primer tiempo, necesidades de orden interno y auxilio a la población civil en caso de desastres y, en una segunda instancia, con el propósito de que puedan tener algún empleo en operaciones de “defensa nacional”.
Las unidades de pelea cuentan con tres tipos de aviones interceptores: Reactores F-5 E/F y T-33, y Turbohélices Pilatus PC-7. Los primeros datan de finales de los 70 y su principal limitación, además de su antigüedad, es la inoperatividad de sus radares; los segundos son de los años 50 y, prácticamente, se encuentran en tierra por prescripción técnica, y solamente tres de ellos están artillados. Finalmente, los PC-7 son los menos antiguos y, paulatinamente, se ha venido incrementando su flota; lamentablemente, sus prestaciones técnicas son muy inferiores a las de tipo caza modernos.
El ala de transporte, a su vez, también está organizada con material de muy diversas características y antigüedades. Las aeronaves de ala fija, tales como los cinco 727 Boeing, se adquirieron, de la Empresa Mexicana de Aviación y TAESA, en estado de uso avanzado (que fueron usados para rescatar a los turistas varados en Acapulco en septiembre de 2013). Los C-130 también se adquirieron en estado de uso a los gobiernos de Canadá, Estados Unidos e Israel, y son los únicos que poseen características militares para operaciones de transporte y carga.
La mayor parte de los helicópteros que posee la Fuerza Aérea ha sido adquirida, también, en estado de uso y, actualmente, en forma preponderante a la Federación Rusa. Recientemente se compraron nuevos 6 UH-60 Sirkosky y 4 Bell 412 al gobierno de Estados Unidos, y 4 CH-53, en estado de uso, a Israel.
El ala de reconocimiento se integra con material aéreo de ala fija versión civil que presenta serias limitaciones técnicas. En campaña formarían parte del Ejército para misiones de enlace y reconocimiento táctico.
Respecto al cumplimiento de sus misiones en campaña, las de “contrafuerza aérea y aislamiento del campo de batalla”, las podrían llevar a cabo los escuadrones de aviones F-5 y Pilatus PC-7 sólo contra aeronaves de similares o inferiores características técnicas.
Las operaciones de apoyo aéreo cercano, en beneficio de la maniobra terrestre, las realizarían esos mismos escuadrones. Como se aprecia, tal multifunción, para un reducido número de aeronaves, obligaría a realizar un acucioso planeamiento para determinar su más redituable empleo.
En operaciones de apoyo aeroterrestre, la mayor limitación radica en la carencia de medios de radiocomunicación compatibles.
Las restricciones presupuestarias tienen también un marcado efecto en las operaciones de adiestramiento de todas las tripulaciones de la Fuerza Aérea. Actualmente se está volando un promedio de dos horas 30 minutos al mes por piloto aviador, tiempo que es, a todas luces, limitado si se considera que, como mínimo, deberían ser seis.
El adiestramiento de combate sólo se realiza en su modalidad de apoyo aéreo cercano y lo efectúa un reducido número de oficiales anualmente. El correspondiente a “contrafuerza aérea” e “interdicción” no se lleva a cabo.
En la eventualidad de un conflicto bélico, la Fuerza Aérea tiene un déficit de 227 tripulaciones, considerando la necesidad de contar con dos por aeronave.
Esta misma restricción presupuestaria está afectando, también, negativamente la adquisición de armamento aéreo y municiones. De éstas, actualmente se disponen para un día de fuego a dos salidas por aeronave artillada; esto significa que la Fuerza Aérea puede operar solamente el primer día de combate si a todas sus aeronaves les fueran asignadas dos misiones.
En este mismo orden, el mantenimiento acusa serias limitaciones debido a que el suministro de refacciones es lento y costoso; ello obliga a que las aeronaves queden fuera de servicio por periodos prolongados. Hace más crítica esta situación la existencia de 33 diferentes tipos de aeronaves fabricadas en seis países distintos.
Por último, debido a que el personal de pilotos aviadores y de mecánicos de aviación, principalmente, no ve satisfechas sus expectativas de desarrollo profesional, están optando por solicitar su baja de la Fuerza Aérea; este fenómeno afecta, notablemente, la operatividad de aquella.

CIEN AÑOS DESPUÉS

La Fuerza Aérea es una fuerza armada establecida constitucionalmente que cuenta con un comandante técnico administrativo auxiliado por un Estado Mayor y que asesora, operativamente, al secretario de la Defensa Nacional.
En la estructura de la Secretaría de la Defensa Nacional, la comandancia de la Fuerza Aérea constituye un órgano del alto mando, pero, desde el punto de vista operativo, dependen de este todas las unidades operativas aéreas.
La Fuerza Aérea está organizada con unidades operativas, unidades de apoyo de servicio y sistema de vigilancia aérea.
Las unidades operativas (grandes y pequeñas unidades aéreas) se organizan en alas, grupos, escuadrones y escuadrillas aéreas.
A su vez, y de acuerdo al tipo y características del material con que están dotadas, se clasifican en unidades de reconocimiento, transporte, pelea, defensa aérea y de apoyo de servicios.
El 5/o. grupo aéreo, integrado con seis escuadrones, cuenta con 79 avionetas Cessna de características civiles con una antigüedad de seis años y una autonomía de vuelo de seis horas.
Este material se emplea para la búsqueda de plantíos de enervantes y localización de pistas de aterrizaje clandestinas; sus limitadas prestaciones técnicas hacen riesgosa su operación en áreas serranas.
Su empleo en campaña sería, únicamente, como aviación del Ejército para funcionar como elemento de enlace y reconocimiento, organizado por dos grupos aéreos dotados de distinto material.
El 3/er. grupo aéreo, integrado con cuatro escuadrones aéreos, dotados de 5 aviones Boeing 727 con capacidad para 500 pasajeros o 59 toneladas de carga, 10 Hércules C-130 con capacidad para 920 pasajeros o 300 toneladas de carga, 1 DC-9 con capacidad para 80 pasajeros o 6 toneladas de carga, 11 Arava con capacidad para 176 elementos o 19 toneladas de carga, y cuatro Antonov AN-32 con capacidad para 200 elementos o 20 toneladas de carga, 11 helicópteros Mil Mi-8, con capacidad para 176 elementos o 44 toneladas de carga, 22 helicópteros Mil Mi-17, con capacidad promedio para 418 elementos o 40 toneladas de carga, 1 helicóptero Mil Mi-26, con capacidad promedio para 80 elementos o 20 toneladas de carga, y 16 Comander (bimotor ala alta) con capacidad 128 pasajeros.
El 4/o. grupo aéreo, integrado con cuatro escuadrones aéreos dotados de 22 helicópteros Bell-212, con capacidad para 242 elementos o 22 toneladas de carga, y 21 Bell-206 con capacidad para 110 elementos.
Sus materiales son de fabricación norteamericana, israelí y rusa, con antigüedad de 8 a 50 años aproximadamente, todos adquiridos usados.
El ala de reconocimiento y transporte en su conjunto tiene la capacidad de trasladar, simultáneamente, en aeronaves de ala fija 2,725 efectivos a distancias medianas y largas, y, de igual forma, 1,315 efectivos en aeronaves de ala rotativa para distancias cortas; en total puede transportar 4,040 elementos, equivalentes a siete batallones de infantería organizada por dos grupos aéreos dotados de distinto material.
El 1/er. grupo aéreo, integrado por cuatro escuadrones aéreos dotados con 10 aviones F-5 E/F, 12 aviones T-33, 6 helicópteros UH-60, 20 helicópteros MD-530F y dos Bell-212.
El 2/o. grupo aéreo integrado por cuatro escuadrones aéreos con 34 aviones Pilatus PC-7.
Estas aeronaves se encuentran artilladas con el siguiente armamento.
La Fuerza Aérea Mexicana realiza el proyecto para artillar a los helicópteros MI-17.
Los aviones F-5 E/F se emplean para intercepción de aeronaves ilícitas que sobrevuelen el espacio aéreo nacional; en operaciones se utilizarían para misiones de contra fuerza aérea, interdicción y apoyo aéreo cercano, así como cañoneo de áreas, bombardeo y lanzamiento de cohetes.
Los T-33 se emplean como aviones de intercepción de aeronaves ilícitas, y en operaciones se utilizarían para misiones de contrafuerza aérea, interdicción y apoyo aéreo cercano, así como ametrallamiento, bombardeo y lanzamiento de cohetes.
Los Pilatus PC-7 se emplean para apoyar las operaciones contra el narcotráfico, en el reconocimiento para localizar plantíos ilícitos, pistas de aterrizaje clandestina, seguimiento de aeronaves sospechosas o ilícitas, y en operaciones se utilizarían para misiones de contrafuerza aérea, interdicción y apoyo aéreo cercano, así como ametrallamiento, bombardeo y lanzamiento de cohetes. Los helicópteros MD 530-F se emplean para apoyar las operaciones contra el narcotráfico, en el reconocimiento para localizar plantíos ilícitos, y en operaciones se utilizarían para misiones de apoyo aéreo cercano, reconocimiento táctico, ametrallamiento y lanzamiento de cohetes.
Los helicópteros BELL-212 se emplean para apoyar las operaciones contra el narcotráfico, en el transporte de fuerzas de reacción, para la intercepción terrestre de aeronaves o embarcaciones ilícitas; en operaciones se utilizarían para misiones de apoyo aéreo cercano, reconocimiento táctico, ametrallamiento, lanzamiento de cohetes y cañoneo.
Los helicópteros UH-60 son empleados por la fuerza especial del alto mando para la ejecución de operaciones de alto impacto, en apoyo de las operaciones contra el narcotráfico y en operaciones para misiones de apoyo aéreo cercano, reconocimiento táctico, ametrallamiento y lanzamiento de cohetes.
La Fuerza Aérea no cuenta con Bombarderos.

DEFENSA AÉREA

Es una actividad operativa de alcances estratégicos que tiene por objeto impedir que la aviación enemiga incursione en el espacio aéreo nacional.
La efectividad de la defensa aérea radica en su capacidad de ejercer un efecto disuasivo contra cualquier agresor; sus medios los constituyen, básicamente, un componente de vigilancia del espacio aéreo, unidades aéreas de pelea y unidades terrestres de artillería antiaérea.
El componente de vigilancia aérea y control del espacio aéreo está integrado por tres organismos: Un centro de mando y control de operaciones, un escuadrón de vigilancia aérea y un grupo de detección y control.
El centro de mando y control de operaciones es un organismo de comando, control cómputo, comunicaciones e inteligencia (C4I) del más alto nivel ubicado en el edificio de la Secretaría de la Defensa Nacional, en donde se analiza la información proveniente de las plataformas aéreas, radares militares y sistemas de vigilancia y control del tránsito aéreo militar y civil, y para la detección, seguimiento, intercepción y captura de blancos aéreos y marítimos.
El escuadrón de vigilancia aérea está organizado con tres escuadrillas de vigilancia aérea, con el siguiente material: 3 plataformas embrear-145, 3 plataformas C-26, 4 aviones PC-6, 2 SA2-37, 1 S.K.A 200 y 3 King Air.
El grupo de detección y control está dotado de 3 radares terrestres fijos, dos del tipo w-630 de mediano alcance y un tps-70 de largo alcance, desplegados en Chiapas, Oaxaca y Tabasco; su radar primario se encuentra fuera de funcionamiento.
Este componente es operado directamente por personal de la Fuerza Aérea, pero recibe directivas directamente del alto mando a través del Estado Mayor S-7 (operaciones contra el narcotráfico) y es empleado en operaciones de detección, seguimiento de aeronaves ilícitas y alertamiento a unidades de intercepción de la Fuerza Aérea y tropas desplegadas en tierra.
Las plataformas cuentan con equipos de inteligencia en comunicaciones, equipos de inteligencia de señales y cámaras infrarrojas.
Las unidades aéreas de pelea, segundo organismo del componente, fueron descritas anteriormente.
Por último, respecto a las unidades terrestres de artillería antiaérea, como ya fue señalado, no se dispone de ellas a ningún nivel.
En operaciones en campaña, este componente apoyaría en el cumplimiento de la primera misión general del Ejército y Fuerza Aérea mexicanos, vigilando el espacio aéreo nacional.
La defensa aérea se complementa con la defensa civil, que es una organización gubernamental; no parte de las Fuerzas Armadas. Se constituye con personal y elementos civiles que amplían los servicios públicos de seguridad, policía, alerta, orden, sanidad y bomberos, y está destinada a proteger, por medios exclusivamente pasivos y defensivos, a la población en general, controlar los daños que cause la aviación enemiga, mantener en actividad los servicios públicos y elevada la moral e integridad de los ciudadanos.

UNIDADES DE APOYO DE SERVICIO

El Servicio Meteorológico cuenta con 20 estaciones meteorológicas; 8 en la R.A.C., 2 en la R.A.NO., 3 en la R.A.NE., y 7 en la R.A.SE.
De las 18 bases aéreas militares, el servicio de control militar de vuelos comparte pistas, calles de rodamiento y ayudas a la navegación con la dependencia “Aeropuertos y Servicios Auxiliares” en 9 bases yuxtapuestas en aeropuertos internacionales y nacionales.
El servicio de material aéreo que comprende las funciones de armamento aéreo, electrónica de aviación y mantenimiento aéreo opera en las 18 bases aéreas.
Complementan estas funciones los servicios técnicos de sanidad, intendencia, materiales de guerra, transportes e ingenieros del Ejército que se encuentran desplegados en diversas instalaciones de la Fuerza Aérea.

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