Este 16 de septiembre vamos a ver unas Fuerzas Armadas en plena modernización, tanto en doctrina como en equipo. Será el primer desfile encabezado por un marino, el jefe del Estado Mayor de la Armada para ser exacto, lo que simboliza el compromiso institucional con el desarrollo de una doctrina conjunta. A principios de agosto los secretarios de la Defensa Nacional y Marina anunciaron la intención de establecer un Estado Mayor Conjunto, lo que necesariamente llevará a un cambio en el pensamiento militar mexicano a largo plazo.
La modernización del equipo es más palpable y en ella vemos un reflejo inicial de la doctrina conjunta, ya que ambas instituciones han seleccionado equipo similar, lo que producirá economías de escala y requisitos comunes de entrenamiento y mantenimiento. Esto es importante, pues están construyendo un mercado común que tendrán juntos, mayor poder de negociación con sus proveedores. Con este mayor poder existe la oportunidad de convertir el gasto militar en inversión para el desarrollo nacional, vinculando los requisitos de seguridad y defensa con los sectores productivos nacionales.
En el paquete económico para 2015, el Poder Ejecutivo solicita 71 mil millones de pesos para la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) y 27 mil millones para la Secretaría de Marina (Semar). El combinado de 98 mil millones parece un mundo de dinero, pero en términos reales es sólo el 0.55 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB); para tener un punto de comparación, el promedio de los presupuestos latinoamericanos es del 1.31 por ciento del PIB. Sin embargo, estos casi 18 mil millones constituyen sólo los recursos a ejecutar en 2015, pues mediante modelos de financiamiento a largo plazo, la cartera de proyectos de inversión para Sedena y Semar alcanza los 113 mil millones.
En 2013 y 2014 se ha dado prioridad a sustituir los equipos obsoletos de mayor empleo en las Fuerzas Armadas. Hay varios ejemplos, el Ejército está comprando mil vehículos HMMWV (Hummers) con los que comenzará a reemplazar a los más de 3 mil que tiene desde hace 25 años.
La Fuerza Aérea proporciona el mejor ejemplo, pues 2013-2014 ha sido el periodo de reequipamiento más amplio en los últimos 30 años, habiendo ordenado a la fecha 143 aeronaves. Pero los 52 helicópteros y 91 aviones ordenados a la fecha sirven para comenzar a reemplazar flotas de transporte y vigilancia que tienen entre 30 y 40 años. No sólo se trata de tecnología desfasada, sino de problemas para darles mantenimiento e incluso para encontrar algunas piezas, lo que consume presupuestos y horas hombre. De igual forma, la Aviación Naval está en proceso de comprar 63 aeronaves, pero igualmente la mayoría serán para reemplazar inventarios obsoletos.
En la medida posible las Fuerzas Armadas buscan producir su propio equipo para intentar tener control sobre la calidad y depender menos del exterior. Como ejemplo, las fábricas de Sedena producen sus propios rifles de asalto, un vehículo blindado llamado DN-XI que afortunadamente complementa a los cientos de camionetas pick-up que se convirtieron en iconos de la lucha contra los cárteles del sexenio anterior. La construcción naval en los astilleros de Marina avanza, construyen buques de patrulla oceánica, patrulla costera e interceptoras, estas últimas dos bajo licencia de Holanda y Suecia respectivamente, sin embargo no se darán abasto si se planean cubrir los requisitos básicos para la vigilancia del mar territorial, zona económica exclusiva e instalaciones estratégicas. Como ejemplo, los astilleros construyen 14 patrullas costeras de aquí al 2018, pero la misma Semar declara que necesita por lo menos 70 para patrullar los más de 11 mil kilómetros de costa.
A estas necesidades básicas de vigilancia —ojo, ni siquiera defensa— se suman radares aéreos, costeros y terrestres, muchos más helicópteros y aviones para transporte y vigilancia (tripulados y no tripulados), vehículos blindados ligeros, sistemas de comunicación, centros de fusión de inteligencia y eso sin tocar los inventarios de armas convencionales como aviones de combate, fragatas, blindados y piezas de artillería cuyo promedio de vida ronda entre los 40 y 60 años.
Por lo tanto hasta ahora es una modernización parcial, incluso modesta y que necesita de una industria local que la puede potenciar. Me refiero a una base industrial —pública y privada— que le dé servicios de mantenimiento y reparación a los equipos comprados en el extranjero, que ensamble los equipos, absorba tecnología y desarrolle soluciones que se adecuen mejor a las necesidades locales.
Pero no, los 275 mil 161 miembros de las Fuerzas Armadas no sólo tienen que encargarse de la protección de instalaciones estratégicas, cortar mariguana y amapola, perseguir narcos, secuestradores, extorsionistas y ordenadores de ductos, reemplazar fuerzas enteras de policía corruptas, organizar patrióticos desfiles, emprender campañas de vacunación, reforestación, patrullar carreteras, rescatar pueblos inundados y hasta poner multas de tránsito. ¿Ahora también tendrán que convertirse en empresarios e industriales? —pero eso sí, sin fines de lucro, pues no sería “bien visto”—. Es momento que al sector privado se le quite el “miedito” de participar en este sector. Tampoco lo voy a adornar, no es ni por patriotas ni por caridad, representa una oportunidad de negocio grande y la congruencia de crear compañías que generen trabajos bien remunerados y sustentables, que fomenten la innovación y la competitividad.
Pero para eso falta una política de adquisiciones que vincule a las Fuerzas Armadas con la iniciativa privada nacional y extranjera. Eso corresponde al legislativo y deberá de ser una política de Estado que condicione la compra de equipo extranjero con reinversión directa en México (offsets), que fomente proyectos de inversión públicos-privados y que ofrezca beneficios fiscales a las empresas que sirvan al sector. Por cierto, deberá también ejercer un nivel de supervisión serio, que fomente transparencia y que resista la tentación de participar de manera personal o familiar en dichos negocios. ¿O esto también se lo encargamos a los militares?