sábado, 25 de abril de 2015

modernización militar de mexico

Este 16 de septiembre vamos a ver unas Fuerzas Armadas en plena modernización, tanto en doctrina como en equipo. Será el primer desfile encabezado por un marino, el jefe del Estado Mayor de la Armada para ser exacto, lo que simboliza el compromiso institucional con el desarrollo de una doctrina conjunta. A principios de agosto los secretarios de la Defensa Nacional y Marina anunciaron la intención de establecer un Estado Mayor Conjunto, lo que necesariamente llevará a un cambio en el pensamiento militar mexicano a largo plazo.
La modernización del equipo es más palpable y en ella vemos un reflejo inicial de la doctrina conjunta, ya que ambas instituciones han seleccionado equipo similar, lo que producirá economías de escala y requisitos comunes de entrenamiento y mantenimiento. Esto es importante, pues están construyendo un mercado común que tendrán juntos, mayor poder de negociación con sus proveedores. Con este mayor poder existe la oportunidad de convertir el gasto militar en inversión para el desarrollo nacional, vinculando los requisitos de seguridad y defensa con los sectores productivos nacionales.
En el paquete económico para 2015, el Poder Ejecutivo solicita 71 mil millones de pesos para la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) y 27 mil millones para la Secretaría de Marina (Semar). El combinado de 98 mil millones parece un mundo de dinero, pero en términos reales es sólo el 0.55 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB); para tener un punto de comparación, el promedio de los presupuestos latinoamericanos es del 1.31 por ciento del PIB. Sin embargo, estos casi 18 mil millones constituyen sólo los recursos a ejecutar en 2015, pues mediante modelos de financiamiento a largo plazo, la cartera de proyectos de inversión para Sedena y Semar alcanza los 113 mil millones.
En 2013 y 2014 se ha dado prioridad a sustituir los equipos obsoletos de mayor empleo en las Fuerzas Armadas. Hay varios ejemplos, el Ejército está comprando mil vehículos HMMWV (Hummers) con los que comenzará a reemplazar a los más de 3 mil que tiene desde hace 25 años.
La Fuerza Aérea proporciona el mejor ejemplo, pues 2013-2014 ha sido el periodo de reequipamiento más amplio en los últimos 30 años, habiendo ordenado a la fecha 143 aeronaves. Pero los 52 helicópteros y 91 aviones ordenados a la fecha sirven para comenzar a reemplazar flotas de transporte y vigilancia que tienen entre 30 y 40 años. No sólo se trata de tecnología desfasada, sino de problemas para darles mantenimiento e incluso para encontrar algunas piezas, lo que consume presupuestos y horas hombre. De igual forma, la Aviación Naval está en proceso de comprar 63 aeronaves, pero igualmente la mayoría serán para reemplazar inventarios obsoletos.
En la medida posible las Fuerzas Armadas buscan producir su propio equipo para intentar tener control sobre la calidad y depender menos del exterior. Como ejemplo, las fábricas de Sedena producen sus propios rifles de asalto, un vehículo blindado llamado DN-XI que afortunadamente complementa a los cientos de camionetas pick-up que se convirtieron en iconos de la lucha contra los cárteles del sexenio anterior. La construcción naval en los astilleros de Marina avanza, construyen buques de patrulla oceánica, patrulla costera e interceptoras, estas últimas dos bajo licencia de Holanda y Suecia respectivamente, sin embargo no se darán abasto si se planean cubrir los requisitos básicos para la vigilancia del mar territorial, zona económica exclusiva e instalaciones estratégicas. Como ejemplo, los astilleros construyen 14 patrullas costeras de aquí al 2018, pero la misma Semar declara que necesita por lo menos 70 para patrullar los más de 11 mil kilómetros de costa.
A estas necesidades básicas de vigilancia —ojo, ni siquiera defensa— se suman radares aéreos, costeros y terrestres, muchos más helicópteros y aviones para transporte y vigilancia (tripulados y no tripulados), vehículos blindados ligeros, sistemas de comunicación, centros de fusión de inteligencia y eso sin tocar los inventarios de armas convencionales como aviones de combate, fragatas, blindados y piezas de artillería cuyo promedio de vida ronda entre los 40 y 60 años.
Por lo tanto hasta ahora es una modernización parcial, incluso modesta y que necesita de una industria local que la puede potenciar. Me refiero a una base industrial —pública y privada— que le dé servicios de mantenimiento y reparación a los equipos comprados en el extranjero, que ensamble los equipos, absorba tecnología y desarrolle soluciones que se adecuen mejor a las necesidades locales.
Pero no, los 275 mil 161 miembros de las Fuerzas Armadas no sólo tienen que encargarse de la protección de instalaciones estratégicas, cortar mariguana y amapola, perseguir narcos, secuestradores, extorsionistas y ordenadores de ductos, reemplazar fuerzas enteras de policía corruptas, organizar patrióticos desfiles, emprender campañas de vacunación, reforestación, patrullar carreteras, rescatar pueblos inundados y hasta poner multas de tránsito. ¿Ahora también tendrán que convertirse en empresarios e industriales? —pero eso sí, sin fines de lucro, pues no sería “bien visto”—. Es momento que al sector privado se le quite el “miedito” de participar en este sector. Tampoco lo voy a adornar, no es ni por patriotas ni por caridad, representa una oportunidad de negocio grande y la congruencia de crear compañías que generen trabajos bien remunerados y sustentables, que fomenten la innovación y la competitividad.
Pero para eso falta una política de adquisiciones que vincule a las Fuerzas Armadas con la iniciativa privada nacional y extranjera. Eso corresponde al legislativo y deberá de ser una política de Estado que condicione la compra de equipo extranjero con reinversión directa en México (offsets), que fomente proyectos de inversión públicos-privados y que ofrezca beneficios fiscales a las empresas que sirvan al sector. Por cierto, deberá también ejercer un nivel de supervisión serio, que fomente transparencia y que resista la tentación de participar de manera personal o familiar en dichos negocios. ¿O esto también se lo encargamos a los militares?

FAM tendra 26 nuevos helicopteros

Tendrá Fuerza Aérea 26 nuevos helicópteros

El Departamento de Defensa de EU informó de un nuevo pedido de ocho Black Hawks; la inversión fue cercana a los 4 mil millones de pesos
El avión presidencial Boeing 787 Dreamliner que la Fuerza Aérea Mexicana (FAM) recibirá el próximo año acapara los reflectores, pero en la renovación de la flota otra adquisición también brilla con luz propia: la de 26 nuevos helicópteros, conocidos como “Halcones Negros” (Black Hawks).

El Departamento de Defensa de los Estados Unidos reveló que al contrato pactado en abril pasado para la entrega de 18 helicópteros Black Hawk, que ya de por si era la mayor adquisición de aeronaves militares de este tipo en la historia de nuestro país, se suma otro pedido especial para la construcción de ocho unidades más.

Será a más tardar el 7 de junio del año que viene cuando el fabricante estadunidense deberá entregar a la FAM estos ocho helicópteros modelo UH-60M con una “configuración única” de la que no se revelan detalles. Para el resto de los aparatos el plazo máximo de entrega es hasta mayo del año 2016.

Casi cuatro mil millones de pesos es la inversión que tendrá que hacer la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) por estos 26 aparatos a cubrirse en partidas multianuales. Lo anterior sin contar gastos extras como equipos especiales para las aeronaves.

La millonaria inversión ya ha sido aprobada por el Congreso de nuestro país dentro de la estrategia planteada por la Sedena para la renovación de una flota que se ha vuelto vieja. Más de 50% de sus aeronaves han rebasado su vida útil.

Hasta ahora las fuerza armadas en nuestro país tienen plenamente operativos nueve aeronaves Black Hawk mientras que la Policía Federal cuenta con ocho, por lo que la llegada de las nuevos aparatos a la FAM elevará a más del doble la presencia de este tipo de helicópteros.

En el mundo, cerca de 25 países cuentan con helicópteros Black Hawk en más de una decena de variantes, incluyendo países como China o Arabia Saudita. Son aeronaves de fabricación estadunidense que gozan del gusto de los cuerpos militares por su eficacia en distintas funciones, desde el transporte hasta el combate.

Nueva compra


De acuerdo con el último informe del Departamento de Defensa de Estados Unidos fechado el 29 de septiembre pasado y en el marco del denominado Programa de Ventas Militares Foráneas en el Extranjero, la empresa “Sikorsky Aircraft Corp” obtuvo un nuevo contrato para la construcción de ocho helicópteros modelo UH-60M Black Hawk.

El compromiso contractual P00171 establece que las aeronaves serán entregadas al Ejército Mexicano bajo una “configuración única ” (sin que se den a conocer más detalles) teniendo como fecha límite el 7 de junio del 2015. El monto del contrato asciende en números exactos a 93 millones 250 mil dólares.

Los helicópteros solicitados serán construidos en las bases de ensamblaje que tienela mencionada empresa en Stratford Connecticut, instalación con más de 60 años en servicio y donde se construyen algunos de los helicópteros más modernos del mundo.

El contrato firmado también establece que se proporcionarán los equipos necesarios para servicio y mantenimiento de cada una de las aeronaves.

En cuanto a los otros 18 Black Hawks encargados, correspondientes al contrato P00179, estos serán de configuración estándar y color verde, a entregarse a más tardar en mayo del 2016. El monto pactado por esta adquisición es de 203 millones 569 mil 092 dólares.

En total la compra de estas 26 aeronaves le significará a la SEDENA el desembolso de tres mil 991 millones de pesos, más gastos de transportación y otras adecuaciones.

Halcones de élite


Los helicópteros solicitados por México no son un Black Hawk cualquiera. La versión UH-60M es la última generación de este tipo de aeronaves y de acuerdo con su fabricante son el pináculo de 30 años de desarrollo de estos vehículos.

Entre las modificaciones que lo distinguen se encuentran un sistema de navegación que asegura su completa maniobrabilidad en condiciones extremas, sistemas de monitoreo automático de los sistemas generales de la aeronave, mejoras en el diseño de las palas de los rotores, conjunto de instrumentos inteligentes, entre otras mejoras.

Uno de los atractivos principales de los BlackHawk a diferencia de otros modelos es su amplia capacidad para adaptarte múltiples sistemas de armas que van desde ametralladores calibre .50 o 7.62 automáticas, hasta sistemas lanzamisiles y lanzacohetes de distintas características.

El UH-60M es operado por dos pilotos y puede transportar hasta 14 personas o en sud efecto seis camillas con lesionados. Puede alcanzar sin problema una velocidad de casi 300 kilómetros por hora.

Halcones caídos


Los Black Hawk son considerados helicópteros de alta confiabilidad, aunque no están libres de incidentes. En México, en septiembre de 2013 un de estos  helicópteros, en su versión UH-60A de la Policía Federal, se estrelló en Guerrero cuando realizaba trabajos de búsqueda de personas afectadas. Sus ocho tripulantes murieron.

Otro percance reciente fue el sufrido por el Ejército colombiano cuando uno de sus Black Hawk fue alcanzado por fuego de las FARC en la localidad de Met, en febrero del 2013.

A nivel internacional son varios los incidentes pero tal vez el más famoso, llevado incluso al cine, fue la caída de dos helicópteros BlackHawk durante la incursión que los Rangers de la Armada de los Estados Unidos realizaron en Mogadiscio, Somalia, en enero de 1993.

de terror el estado actual de la FAM

De terror, sí, pero en caso de que a cualquier país limítrofe, incluso Guatemala o Cuba, ya no digamos Estados Unidos, se le ocurriera atacarnos por aire, la Fuerza Aérea Mexicana sólo podría defender el territorio nacional en el primer día de batalla si el alto mando ordenara que 2 tripulaciones entraran en combate.
Peor aún, si invadiéramos territorios enemigos, nada podríamos hacer porque la Fuerza Aérea carece de bombarderos.
La situación es de tal precariedad que el Estado Mayor Presidencial no permitiría que el Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas viajara en una de las aeronaves de la Fuerza Aérea Mexicana.
Al igual que el Ejército, la Fuerza Aérea nacional tiene décadas de abandono por desidia o fatalismo, quizás más por éste que por aquella, ya que el poderío aéreo de Estados Unidos, por ejemplo, es abrumador a la vista, incluso en cuestiones festivas, como el Super Bowl.
Recuerdo la finura con que el general Guillermo Galván Galván validó el extenso reportaje de IMPACTO que reveló el lamentable estado en que el Presidente Felipe Calderón recibió al Ejército y a la Fuerza Aérea. Fueron días de tensión porque la Secretaría de la Defensa Nacional buscó, con ahínco, el origen de la filtración, pero en aquel desayuno, refiriéndose sólo a la cuestión aeronáutica, el general secretario dijo escuetamente: “Tiene usted razón: Los aviones que custodian la zona petrolera nacional, en el Golfo de México, vuelan a ciegas“, es decir, carecían de lo elemental: Radares.
Han pasado 8 años y el Presidente Peña Nieto encabezó el festejo del Centenario de la fundación de la Fuerza Aérea Mexicana; pronto lo hará el Senado, pero quizás el mayor homenaje que podrían hacerle es borrar, para siempre, el chistorete cruel con que se recuerda al Escuadrón 201 que México envió al Pacífico en la Segunda Guerra Mundial. Los japoneses, decían los comediantes, ignoraban el ataque de nuestras aeronaves, pues se caían solas; no valía la pena ocuparse de ellas.
Quizás sólo por eso, aquel escuadrón y la Fuerza Aérea merecen, aún hoy, el calificativo de heroicos.
El martes 10 hubo quienes “descubrieron” que un alto porcentaje de los 225 aviones y 134 helicópteros del Ejército está inhabilitado y que, por ejemplo, los cinco aviones F5 de combate que son nuestro orgullo tienen apenas 32 años de viejos.
La realidad de la Fuerza Aérea es más preocupante de lo revelado, con eufemismos, en el Centenario. IMPACTO lo sintetiza como el Ejército lo hizo cuando investigaba el origen de nuestra información:
“En la eventualidad de un conflicto bélico, la Fuerza Aérea tiene un déficit de 227 tripulaciones, considerando la necesidad de contar con dos por aeronave”.
Por restricciones presupuestarias, que afectan negativamente la adquisición de armamento aéreo y municiones, sólo se dispone “para un día de fuego a dos salidas por aeronave artillada; esto significa que la Fuerza Aérea puede operar solamente el primer día de combate si a todas sus aeronaves les fueran asignadas dos misiones”.
En otras palabras, si cualquier país, no importa el tamaño de su economía o de su poderío militar, atacara el territorio mexicano, nuestra Fuerza Aérea sólo podría dar la batalla el primer día de guerra, a menos que a las tripulaciones no se les asignaran dos misiones en la misma fecha.
Más allá de los discursos y las celebraciones, esta es la realidad:
La Fuerza Aérea ha venido evolucionando bajo las mismas restricciones presupuestales, como lo ha hecho el Ejército. Tal vez el agravante mayor que acusa esta fuerza es el de no disponer de un presupuesto propio y, en consecuencia, que las adquisiciones en material de vuelo y equipos de apoyo diversos no siempre correspondan a las propuestas formuladas por su comandante, es decir, su operación y desarrollo son proyectados por el criterio de militares del Ejército.
Su organización doctrinaria comprende solamente tres de las cinco ramas tradicionales; estas son las de reconocimiento, transporte y pelea; carece de la de bombardeo y del componente de defensa aérea; de éste sólo cuenta con el de vigilancia del espacio aéreo.
Los materiales que integran sus distintas ramas no guardan un equilibrio estratégico-operativo porque han sido adquiridos en distintas épocas, en las que han privado condiciones o circunstancias específicas.
Una de las últimas adquisiciones realizada con criterio de “defensa nacional” fue la de los aviones F-5 E/F, ocurrida en los momentos más álgidos de la Guerra Fría, en la que las hipótesis de guerra configuraban posibles escenarios de conflicto con Cuba y/o una coalición de países centroamericanos. A partir de entonces, las adquisiciones de material aéreo han sido realizadas con el propósito de satisfacer, en un primer tiempo, necesidades de orden interno y auxilio a la población civil en caso de desastres y, en una segunda instancia, con el propósito de que puedan tener algún empleo en operaciones de “defensa nacional”.
Las unidades de pelea cuentan con tres tipos de aviones interceptores: Reactores F-5 E/F y T-33, y Turbohélices Pilatus PC-7. Los primeros datan de finales de los 70 y su principal limitación, además de su antigüedad, es la inoperatividad de sus radares; los segundos son de los años 50 y, prácticamente, se encuentran en tierra por prescripción técnica, y solamente tres de ellos están artillados. Finalmente, los PC-7 son los menos antiguos y, paulatinamente, se ha venido incrementando su flota; lamentablemente, sus prestaciones técnicas son muy inferiores a las de tipo caza modernos.
El ala de transporte, a su vez, también está organizada con material de muy diversas características y antigüedades. Las aeronaves de ala fija, tales como los cinco 727 Boeing, se adquirieron, de la Empresa Mexicana de Aviación y TAESA, en estado de uso avanzado (que fueron usados para rescatar a los turistas varados en Acapulco en septiembre de 2013). Los C-130 también se adquirieron en estado de uso a los gobiernos de Canadá, Estados Unidos e Israel, y son los únicos que poseen características militares para operaciones de transporte y carga.
La mayor parte de los helicópteros que posee la Fuerza Aérea ha sido adquirida, también, en estado de uso y, actualmente, en forma preponderante a la Federación Rusa. Recientemente se compraron nuevos 6 UH-60 Sirkosky y 4 Bell 412 al gobierno de Estados Unidos, y 4 CH-53, en estado de uso, a Israel.
El ala de reconocimiento se integra con material aéreo de ala fija versión civil que presenta serias limitaciones técnicas. En campaña formarían parte del Ejército para misiones de enlace y reconocimiento táctico.
Respecto al cumplimiento de sus misiones en campaña, las de “contrafuerza aérea y aislamiento del campo de batalla”, las podrían llevar a cabo los escuadrones de aviones F-5 y Pilatus PC-7 sólo contra aeronaves de similares o inferiores características técnicas.
Las operaciones de apoyo aéreo cercano, en beneficio de la maniobra terrestre, las realizarían esos mismos escuadrones. Como se aprecia, tal multifunción, para un reducido número de aeronaves, obligaría a realizar un acucioso planeamiento para determinar su más redituable empleo.
En operaciones de apoyo aeroterrestre, la mayor limitación radica en la carencia de medios de radiocomunicación compatibles.
Las restricciones presupuestarias tienen también un marcado efecto en las operaciones de adiestramiento de todas las tripulaciones de la Fuerza Aérea. Actualmente se está volando un promedio de dos horas 30 minutos al mes por piloto aviador, tiempo que es, a todas luces, limitado si se considera que, como mínimo, deberían ser seis.
El adiestramiento de combate sólo se realiza en su modalidad de apoyo aéreo cercano y lo efectúa un reducido número de oficiales anualmente. El correspondiente a “contrafuerza aérea” e “interdicción” no se lleva a cabo.
En la eventualidad de un conflicto bélico, la Fuerza Aérea tiene un déficit de 227 tripulaciones, considerando la necesidad de contar con dos por aeronave.
Esta misma restricción presupuestaria está afectando, también, negativamente la adquisición de armamento aéreo y municiones. De éstas, actualmente se disponen para un día de fuego a dos salidas por aeronave artillada; esto significa que la Fuerza Aérea puede operar solamente el primer día de combate si a todas sus aeronaves les fueran asignadas dos misiones.
En este mismo orden, el mantenimiento acusa serias limitaciones debido a que el suministro de refacciones es lento y costoso; ello obliga a que las aeronaves queden fuera de servicio por periodos prolongados. Hace más crítica esta situación la existencia de 33 diferentes tipos de aeronaves fabricadas en seis países distintos.
Por último, debido a que el personal de pilotos aviadores y de mecánicos de aviación, principalmente, no ve satisfechas sus expectativas de desarrollo profesional, están optando por solicitar su baja de la Fuerza Aérea; este fenómeno afecta, notablemente, la operatividad de aquella.

CIEN AÑOS DESPUÉS

La Fuerza Aérea es una fuerza armada establecida constitucionalmente que cuenta con un comandante técnico administrativo auxiliado por un Estado Mayor y que asesora, operativamente, al secretario de la Defensa Nacional.
En la estructura de la Secretaría de la Defensa Nacional, la comandancia de la Fuerza Aérea constituye un órgano del alto mando, pero, desde el punto de vista operativo, dependen de este todas las unidades operativas aéreas.
La Fuerza Aérea está organizada con unidades operativas, unidades de apoyo de servicio y sistema de vigilancia aérea.
Las unidades operativas (grandes y pequeñas unidades aéreas) se organizan en alas, grupos, escuadrones y escuadrillas aéreas.
A su vez, y de acuerdo al tipo y características del material con que están dotadas, se clasifican en unidades de reconocimiento, transporte, pelea, defensa aérea y de apoyo de servicios.
El 5/o. grupo aéreo, integrado con seis escuadrones, cuenta con 79 avionetas Cessna de características civiles con una antigüedad de seis años y una autonomía de vuelo de seis horas.
Este material se emplea para la búsqueda de plantíos de enervantes y localización de pistas de aterrizaje clandestinas; sus limitadas prestaciones técnicas hacen riesgosa su operación en áreas serranas.
Su empleo en campaña sería, únicamente, como aviación del Ejército para funcionar como elemento de enlace y reconocimiento, organizado por dos grupos aéreos dotados de distinto material.
El 3/er. grupo aéreo, integrado con cuatro escuadrones aéreos, dotados de 5 aviones Boeing 727 con capacidad para 500 pasajeros o 59 toneladas de carga, 10 Hércules C-130 con capacidad para 920 pasajeros o 300 toneladas de carga, 1 DC-9 con capacidad para 80 pasajeros o 6 toneladas de carga, 11 Arava con capacidad para 176 elementos o 19 toneladas de carga, y cuatro Antonov AN-32 con capacidad para 200 elementos o 20 toneladas de carga, 11 helicópteros Mil Mi-8, con capacidad para 176 elementos o 44 toneladas de carga, 22 helicópteros Mil Mi-17, con capacidad promedio para 418 elementos o 40 toneladas de carga, 1 helicóptero Mil Mi-26, con capacidad promedio para 80 elementos o 20 toneladas de carga, y 16 Comander (bimotor ala alta) con capacidad 128 pasajeros.
El 4/o. grupo aéreo, integrado con cuatro escuadrones aéreos dotados de 22 helicópteros Bell-212, con capacidad para 242 elementos o 22 toneladas de carga, y 21 Bell-206 con capacidad para 110 elementos.
Sus materiales son de fabricación norteamericana, israelí y rusa, con antigüedad de 8 a 50 años aproximadamente, todos adquiridos usados.
El ala de reconocimiento y transporte en su conjunto tiene la capacidad de trasladar, simultáneamente, en aeronaves de ala fija 2,725 efectivos a distancias medianas y largas, y, de igual forma, 1,315 efectivos en aeronaves de ala rotativa para distancias cortas; en total puede transportar 4,040 elementos, equivalentes a siete batallones de infantería organizada por dos grupos aéreos dotados de distinto material.
El 1/er. grupo aéreo, integrado por cuatro escuadrones aéreos dotados con 10 aviones F-5 E/F, 12 aviones T-33, 6 helicópteros UH-60, 20 helicópteros MD-530F y dos Bell-212.
El 2/o. grupo aéreo integrado por cuatro escuadrones aéreos con 34 aviones Pilatus PC-7.
Estas aeronaves se encuentran artilladas con el siguiente armamento.
La Fuerza Aérea Mexicana realiza el proyecto para artillar a los helicópteros MI-17.
Los aviones F-5 E/F se emplean para intercepción de aeronaves ilícitas que sobrevuelen el espacio aéreo nacional; en operaciones se utilizarían para misiones de contra fuerza aérea, interdicción y apoyo aéreo cercano, así como cañoneo de áreas, bombardeo y lanzamiento de cohetes.
Los T-33 se emplean como aviones de intercepción de aeronaves ilícitas, y en operaciones se utilizarían para misiones de contrafuerza aérea, interdicción y apoyo aéreo cercano, así como ametrallamiento, bombardeo y lanzamiento de cohetes.
Los Pilatus PC-7 se emplean para apoyar las operaciones contra el narcotráfico, en el reconocimiento para localizar plantíos ilícitos, pistas de aterrizaje clandestina, seguimiento de aeronaves sospechosas o ilícitas, y en operaciones se utilizarían para misiones de contrafuerza aérea, interdicción y apoyo aéreo cercano, así como ametrallamiento, bombardeo y lanzamiento de cohetes. Los helicópteros MD 530-F se emplean para apoyar las operaciones contra el narcotráfico, en el reconocimiento para localizar plantíos ilícitos, y en operaciones se utilizarían para misiones de apoyo aéreo cercano, reconocimiento táctico, ametrallamiento y lanzamiento de cohetes.
Los helicópteros BELL-212 se emplean para apoyar las operaciones contra el narcotráfico, en el transporte de fuerzas de reacción, para la intercepción terrestre de aeronaves o embarcaciones ilícitas; en operaciones se utilizarían para misiones de apoyo aéreo cercano, reconocimiento táctico, ametrallamiento, lanzamiento de cohetes y cañoneo.
Los helicópteros UH-60 son empleados por la fuerza especial del alto mando para la ejecución de operaciones de alto impacto, en apoyo de las operaciones contra el narcotráfico y en operaciones para misiones de apoyo aéreo cercano, reconocimiento táctico, ametrallamiento y lanzamiento de cohetes.
La Fuerza Aérea no cuenta con Bombarderos.

DEFENSA AÉREA

Es una actividad operativa de alcances estratégicos que tiene por objeto impedir que la aviación enemiga incursione en el espacio aéreo nacional.
La efectividad de la defensa aérea radica en su capacidad de ejercer un efecto disuasivo contra cualquier agresor; sus medios los constituyen, básicamente, un componente de vigilancia del espacio aéreo, unidades aéreas de pelea y unidades terrestres de artillería antiaérea.
El componente de vigilancia aérea y control del espacio aéreo está integrado por tres organismos: Un centro de mando y control de operaciones, un escuadrón de vigilancia aérea y un grupo de detección y control.
El centro de mando y control de operaciones es un organismo de comando, control cómputo, comunicaciones e inteligencia (C4I) del más alto nivel ubicado en el edificio de la Secretaría de la Defensa Nacional, en donde se analiza la información proveniente de las plataformas aéreas, radares militares y sistemas de vigilancia y control del tránsito aéreo militar y civil, y para la detección, seguimiento, intercepción y captura de blancos aéreos y marítimos.
El escuadrón de vigilancia aérea está organizado con tres escuadrillas de vigilancia aérea, con el siguiente material: 3 plataformas embrear-145, 3 plataformas C-26, 4 aviones PC-6, 2 SA2-37, 1 S.K.A 200 y 3 King Air.
El grupo de detección y control está dotado de 3 radares terrestres fijos, dos del tipo w-630 de mediano alcance y un tps-70 de largo alcance, desplegados en Chiapas, Oaxaca y Tabasco; su radar primario se encuentra fuera de funcionamiento.
Este componente es operado directamente por personal de la Fuerza Aérea, pero recibe directivas directamente del alto mando a través del Estado Mayor S-7 (operaciones contra el narcotráfico) y es empleado en operaciones de detección, seguimiento de aeronaves ilícitas y alertamiento a unidades de intercepción de la Fuerza Aérea y tropas desplegadas en tierra.
Las plataformas cuentan con equipos de inteligencia en comunicaciones, equipos de inteligencia de señales y cámaras infrarrojas.
Las unidades aéreas de pelea, segundo organismo del componente, fueron descritas anteriormente.
Por último, respecto a las unidades terrestres de artillería antiaérea, como ya fue señalado, no se dispone de ellas a ningún nivel.
En operaciones en campaña, este componente apoyaría en el cumplimiento de la primera misión general del Ejército y Fuerza Aérea mexicanos, vigilando el espacio aéreo nacional.
La defensa aérea se complementa con la defensa civil, que es una organización gubernamental; no parte de las Fuerzas Armadas. Se constituye con personal y elementos civiles que amplían los servicios públicos de seguridad, policía, alerta, orden, sanidad y bomberos, y está destinada a proteger, por medios exclusivamente pasivos y defensivos, a la población en general, controlar los daños que cause la aviación enemiga, mantener en actividad los servicios públicos y elevada la moral e integridad de los ciudadanos.

UNIDADES DE APOYO DE SERVICIO

El Servicio Meteorológico cuenta con 20 estaciones meteorológicas; 8 en la R.A.C., 2 en la R.A.NO., 3 en la R.A.NE., y 7 en la R.A.SE.
De las 18 bases aéreas militares, el servicio de control militar de vuelos comparte pistas, calles de rodamiento y ayudas a la navegación con la dependencia “Aeropuertos y Servicios Auxiliares” en 9 bases yuxtapuestas en aeropuertos internacionales y nacionales.
El servicio de material aéreo que comprende las funciones de armamento aéreo, electrónica de aviación y mantenimiento aéreo opera en las 18 bases aéreas.
Complementan estas funciones los servicios técnicos de sanidad, intendencia, materiales de guerra, transportes e ingenieros del Ejército que se encuentran desplegados en diversas instalaciones de la Fuerza Aérea.