México, en algún momento de su historia tuvo una industria armamentista si bien pequeña pero muy respetable, nombres como Mendoza, Cabañas, Trejo, Obregón y Mondragón, nos llevan a imaginar una gama amplia de armas, desde rifles de diábolos, hasta pistolas de ráfaga.
Historia
La historia de la industria armamentista mexicana no es muy amplia en comparación a la de otros países, puesto que abarca finales del siglo XIX hasta nuestros días, en donde prácticamente permanece dormida.
La industria armamentista mexicana tuvo como principal objetivo satisfacer las necesidades del ejército, y tuvo su origen en la época porfirista cuando se inicio el proceso de industrialización del país. La principal fabrica ubicada en la Ciudad de México en la Ciudadela, fue la Fabrica Nacional de Armas, donde se produjeron armas destinadas para la milicia, y casi al final para uso civil.
Los años dorados vinieron durante la década de 1930 hasta principios de 1970, cuando se empezó a considerar al sector privado para la comercialización de las armas, y en esa entonces era común encontrar tiendas dedicadas a vender armas, así como tiendas departamentales que contaban en su departamento de deportes con estas. Varias empresas mexicanas colocaron sus productos con éxito en el mercado Mexicano durante esos años, así como varias empresas extranjeras trajeron sus productos a México.
Todo termino cuando en 1968 el movimiento estudiantil, que culmino con la masacre de Tlatelolco, el gobierno sintió la necesidad de regular las armas y calibres a las cuales el pueblo tendría acceso, creando en 1972 la Ley Federal de Armas de Fuego y Explosivos, por decreto del entonces presidente de la republica, Lic. Luis Echeverría Álvarez. Las fabricas se vieron obligadas a cerrar o cambiar de giro debido a lo difícil que era obtener el permiso del gobierno para fabricar armas de fuego, posteriormente la industria armamentista paso a manos de la SEDENA.
En algún momento entre 1972 y el presente, hubo intentos fallidos de algunas empresas por obtener de nuevo el permiso para la fabricación de armas a lo que SEDENA contesto con una negativa argumentando que nuestro país es pacifista.
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